abril 11, 2010

Cuando los mercados son veneno Aprender sobre política climática de la crisis financiera. Parte III

Larry Lohmann. THE CORNER HOUSE

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Cap and Trade

Las emisiones "cap" (cupo) que hacen el trabajo "ambiental" de cap and trade son impuestas por las regulaciones de los gobiernos –ya estén basadas en la ciencia climática o en un toma y daca - y son representadas por los círculos de la Figura 1. Un modo de alcanzar el “cap” es de dictar límites a cuanto se permite a cada instalación industrial, cubierta según el esquema, (esquemáticamente representado por A y B) contaminar. Si el “cupo” total sobre las emisiones de un sector es de 100 toneladas cada año, por ejemplo, el gobierno podría requerir a A y a B a limitar sus emisiones a 50 toneladas al año para cada uno.

"El comercio" del “cap and trade” promete hacer alcanzar el “cupo” de la forma más barata, tanto para A como para B, y así, entonces la teoría funciona, para la sociedad en su conjunto. Supongamos, por ejemplo, que antes de que el cap representado por los círculos de la Figura 1 fuera impuesto, A y B producían 100 toneladas de contaminación cada uno en un año. Supongamos, también, que es caro para A reducir sus emisiones a 50 toneladas, pero barato para B. Supongamos, de hecho, que es más barato para B reducir sus emisiones a cero de lo que es para A reducir sus emisiones a la mitad. En este caso, la mejor opción económica es permitir hacer a B las reducciones de A. A la instalación A se le permite seguir contaminando como habitualmente, permitido por que paga a la instalación B para que reduzca las emisiones de B a cero. Asumiendo que el precio que B paga por los necesarios permisos de contaminación son más que el coste de reducción de emisiones a cero de B, y que son aún menos que el coste de A de reducir sus emisiones en 50 toneladas, B hace dinero del trato al mismo tiempo que A ahorra dinero. Ambos salen adelante - incluso el mismo objetivo ambiental de limitar la contaminación total a 100 toneladas por año es encontrado. Independientemente del tamaño del círculo que la regulación del gobierno dibuje, el coste de mantener la contaminación dentro de aquel círculo será bajado en el comercio de emisiones.

Los gobiernos así serán capaces de apretar el cupo de emisiones (es decir dibujarán más pequeños y más pequeños círculos) cada año, como en el caso hipotético representado en la Figura 2, creyendo que ellos lo hacen del modo más barato posible.

Números como Distracción


Este programa de formación de mercancías tiene un número de inmediatas reacciones (blowbacks) políticas y climáticas. Primero, una vez desensamblado el debate del clima del desafío de iniciar un nuevo sendero histórico para vencer la dependencia de los combustibles fósiles. En cambio, conceptualiza la acción sobre el cambio climático en términos de objetivos numéricos de reducción de emisiones de gas invernadero. Sólo reescribiendo los objetivos políticos de este modo pueden los beneficios y perjuicios climáticos ser convertidos en "cosas" cuantificables, abriéndolos a la posibilidad de un intercambio. Sólo identificando los beneficios climáticos con reducciones de emisiones a corto plazo, por ejemplo, puede un corte de emisiones en un lugar hacerse climáticamente "equivalente" a, y así intercambiable con, un corte de la misma magnitud en otra parte. Sólo de este modo puede un corte de emisiones debido a una tecnología hacerse climáticamente "equivalente" a un corte de emisiones relacionado con otra, o un corte de emisiones que es parte de un paquete que causa un conjunto de efectos sociales se hace climáticamente equivalente a un corte asociado con otros efectos sociales.



Asimismo sólo a través del permiso de emisiones bancario puede un corte de emisiones, en un momento determinado, hacerse climáticamente equivalente a un corte alcanzado en el otro. Son este tipo de equivalencias las que permiten a un mercado seleccionar las reducciones de emisiones (e, ipso facto, los beneficios climáticos) que pueden ser alcanzados al más bajo precio.

Identificando la solución climática con discretas, intercambiables "reducciones de emisiones" (un movimiento que no sólo provee el marco cuantitativo necesario para los deseos de "rentabilidad" sino que también es considerado por las élites políticas como una manera de “despolitizar” la acción climática), y luego multiplicando del número de reducciones "equivalentes", los arquitectos del mercado abstraen de la cuestión de como aquellas reducciones son hechas. Esto distancia a los mercados del carbono del problema del clima de la misma manera en que los mercados de trabajo históricamente, con la invención del trabajo abstracto, se desconectaban de y modificaban la importancia de varias actividades concretas útiles humanas de sustento, o los mercados de la tierra alentaban procesos concretos de abstracción de la pregunta de como la tierra era usada.

La cuestión importa porque en el nivel más fundamental, la solución del clima gira alrededor de la iniciación de un nuevo sendero histórico que conduzca lejos de la dependencia de los combustibles fósiles - con mucho el contribuidor principal al cambio climático causado por los humanos. Una vez sacado de la tierra y quemado, el carbón, el petróleo y el gas se añaden al ciclo de carga del carbono entre la atmósfera y los océanos, el suelo, las rocas y la vegetación. Esta transferencia es, en escalas de tiempo humanas, irrevocable: una vez extraído y quemado, el carbono fósil ya no puede ser enterrado de forma segura bajo la tierra de nuevo, en forma de nuevos depósitos de carbón, petróleo o gas, o en forma de roca de carbonato, durante millones de años. La transferencia es también insostenible: simplemente no hay bastante "espacio" en los sistemas biológicos y geológicos de la superficie para aparcar de forma segura la enorme masa de carbono que sale de la tierra sin que el dióxido de carbono aumente catastróficamente tanto en el aire como en los océanos. Como el biólogo Tim Flannery señaló:

“Hay tanto carbón enterrado en las vetas de carbón [sólamente] que, si encontrara un camino para salir hacia la superficie, haría el planeta hostil para la vida tal y como la conocemos".186

La mayoría del carbón, el petróleo y el gas, no extraído, en otras palabras, va tener que quedarse en la tierra.

En consecuencia, las sociedades industrializadas actualmente "encerradas" 187 en los combustibles fósiles tienen, en cambio, que "ligarse" a una energía no fósil estructuralmente diferente, el transporte, la agricultura y los regímenes de consumo dentro de, como mucho, unas pocas décadas. Las infraestructuras, el comercio, incluso las estructuras de las comunidades tendrán que ser reorganizadas, y el apoyo estatal cambiado, del desarrollo abastecido de combustible por fósil hacia la construcción de movimientos populares o la defensa de medios de vida de bajo uso del carbono y vida social. Independientemente de la naturaleza del cambio social, económico y político que esto implique, 188 englobará y estará basado en una movilización a gran escala política y en un análisis histórico de como las transformaciones estructurales sociales y tecnológicas ocurren en realidad. Como los cambios requeridos son estructurales, el fenómeno de la trayectoria de la dependencia 189 asume gran importancia, queriendo decir que los primeros pasos deben ser emprendidos inmediatamente para reducir al mínimo futuros peligros y costos, 190 en particular en países industrializados.

De todo esto se sigue que las acciones a corto plazo pueden ser evaluadas en su eficacia climática sólo determinando la parte que ellas juegan en un cambio a más largo plazo lejos de la dependencia de los combustibles fósiles. El recorte de cien millones de toneladas de emisiones gracias a rutinarias mejoras de la eficiencia que dejan una infraestructura abastecida de combustibles fósiles que tendrá emisiones a largo plazo y consecuencias climáticas, es muy diferente que recortar cien millones de toneladas por la inversión en tecnologías renovables con un alto potencial para una amplia adopción, o por la iniciación de modos radicalmente diferentes de organizar la producción de alimentos, la generación de energía o el transporte.191Instalar unos cuantos complementos técnicos de bajo coste, a industrias que están en su ocaso, impulsadas por combustibles fósiles tendrá efectos de emisiones diferentes a largo plazo que emprender un paso integral hacia una sociedad fundamentalmente más conducente a la estabilidad climática, incluso si ambos consiguen recortes de emisiones idénticos a corto plazo. En resumen, lo que importa no sólo es cuantas emisiones son recortadas, sino también como son recortadas.

El “cap and trade” necesariamente despacha sin rodeos esta realidad. Mediante el desensamblaje de la acción climática de la historia futura y la presente lucha contra el empleo de combustibles fósiles y su integración en la teoría neoclásica económica, tratados comerciales, leyes de propiedad, gestión de riesgos etcétera, etcétera, “cap and trade” pone precios en el lugar de otras razones para la acción social organizada exhaustiva alrededor de la supervivencia, y pone las variaciones en el coste en el lugar de la diversidad dependiente del contexto del tipo de incentivo. "¿Cual es el mejor camino para abordar el cambio climático?" preguntó retóricamente Matthew Whittell de Climate Exchange en julio de 2008. "Si tenemos un precio global del carbono, el mercado lo soluciona." 192

La equivalencia ilustrada en la Figura 1, por ejemplo, no pone ninguna atención a que tipo de industrias son A y B. Las industrias "A" - los grandes compradores de permisos de carbono - probablemente son las empresas más cerradas en el empleo de combustibles fósiles y por lo tanto también donde el cambio es más necesario y más urgente. Los principales generadores de electricidad, por tomar un ejemplo, están entre los productores líderes mundiales más importantes de gases invernaderos y un objetivo principal para la primera acción sobre el cambio climático. Ellos tienden a tener miles de millones de dólares amarrados en plantas de combustible fósil no convertibles cuya vida está medida en décadas; culturalmente hablando, también, ellos generalmente, están determinados a aprovechar la ola de los fósiles hasta el final mismo, independientemente de su estado como industrias "en declive". Aúnque el “cap and trade” está diseñado de una manena que da incentivos a tales industrias para retrasar el cambio estructural, esto no es sólo porque esto les da la alternativa de comprar o dar permisos de contaminación admisibles en un banco, sino también porque este no puede predecir los precios de dentro de 40 años. 193

Asimismo el "cap and trade" está diseñado para tratar medidas de reducción de emisiones como iguales, independientemente de si ellas probablemente contribuyan a incuantificables pero importantes y positivas sinergias globales.194
Si cualquier método dado puede reducir emisiones por una cierta cantidad en el corto plazo, es irrelevante si esto conduce a una dependencia radicalmente disminuida de los combustibles fósiles a la larga. Tratando "la neutralidad de la tecnología" como una virtud, el “cap and trade” dirige el ingenio hacia postular "equivalencias" mensurables entre las emisiones de diferentes tipos en sitios diferentes y momentos, no hacia la creación de las innovaciones que puedan iniciar o sostener una trayectoria histórica, a largo plazo, lejos de los combustibles fósiles (la eficacia de cual es menos fácil de medir). En vez de ello, una vez que la mercancía carbono ha sido definida, para sopesar diferentes trayectorias históricas, sociales o tecnológicas, o evaluar y "predecir" desde objetivos distantes debe ya amenazar el imperativo de la eficiencia.

Desde luego, en el “cap and trade” realmente también se dan incentivos a las industrias "B" - incluyendo aquellas que pueden ser sucias ahora, pero que tienen la ventaja de ser menos estructuralmente adictas a los combustibles fósiles - para apresurar el desarrollo de negocios con menos emisiones de carbono, y para que empresas independientes desarrollen nuevas tecnologías bajas en carbono para vendérselas a "A". El efecto agregado, sin embargo, probablemente está en el retraso, juntos con una reducción de los tipos de innovación social o tecnológica que son necesarios. Los empresarios tentados en aprovechar el nuevo mercado se concentrarán en la realización de las oportunidades más baratas para las reducciones las emisiones en primer lugar, independientemente de si ellas conducen al cambio a largo plazo estructural lejos de los combustibles fósiles. Concluye el experto en comercio de emisiones David Driesen:

"La bajada del coste no aumenta los incentivos para la valiosa innovación... Hay una compensación entre maximizar la reducción de costes y maximizar el desarrollo tecnológico probablemente para aumentar considerablemente la capacidad global para manejar el calentamiento global."195

Usando un término que se hizo familiar por la crisis financiera, "el riesgo sistémico" se intensifica cuando los incentivos para el cambio estructural en los sectores contaminantes son bloqueados por la sobre-confianza en el incentivo de los precios.

Ejemplos del pasado

Los pioneros norteamericanos del sistema “cap and trade” para alcanzar reducciones de costes en la disminución del dióxido de azufre – lo que ha constituido el modelo principal para el Protocolo Kyoto y para los sistemas de comercio de carbono subsecuentes - ofrecen una ilustración empírica del asunto. Según personal de la Agencia de protección del medio ambiente, hablando de su opinión personal:

"los pocos y relativamente menores experimentos en el comercio de emisiones en nuestro país no han producido prácticamente ninguna innovación tecnológica, y mucho menos la clase de innovación necesaria para impulsar nuestra economía sobre recursos renovables antes que sobre combustibles fósiles."196

El comercio de dióxido de azufre puede o no haber ahorrado dinero en el logro de objetivos de reducción limitados, pero en cualquier caso esto no ha promovido la innovación tecnológica del tipo que sería relevante a la crisis del clima.197

El Mercado de Incentivos de Aire Regional Limpio de Los Ángeles, para citar otro ejemplo, parece tener desarrollos laterales en células de combustible, hornillos de baja emisión y turbinas que antes habían sido subvencionadas por un porcentaje de los precios por matriculación de coche; el fracaso de al menos un método emergente para reducir óxidos de nitrógeno que fue arruinado en el mercado puede ser atribuido "a la flexibilidad espacial" proporcionada por el negocio, que permitió a los emisores ignorar opciones de tecnología innovadoras aunque todavía caras.198 Las innovaciones bajo "las burbujas" de los primeros programas estadounidenses de comercio de contaminación también tendieron simplemente a ser cambios entre tecnologías convencionales más bien que invenciones, desarrollos o comercialización de tecnologías que probablemente pudieran ser útiles para alcanzar objetivos sociales o ambientales a más largo plazo.199

Los enfoques reguladores directos, nacionales o internacionales, parecen haber tenido un éxito mucho mayor. Los ejemplos incluyen el programa de dióxido de azufre de Alemania, que, sin negociar provisiones, ha sido capaz de hacer cortes más profundos en las emisiones de las centrales eléctricas que EU;200 Las regulaciones estadounidenses han tenido éxito en la prohibición o la limitación de otros agentes contaminadores sin negociar o sin mucha preocupación por el coste;201el Protocolo de Montreal, que ha hecho cumplir límites sobre la producción de cloroflourocarbonos (CFC), otra vez sin el comercio. Driesen concluye que "los programas reguladores con objetivos animan el desarrollo de energías renovables mucho mejor que los programas de emisiones globales negociables."202

Incluso desde el punto de vista de intereses que se centran en las estrecha concepción de innovación técnica, integrar la acción climática en la teoría de precios es contra productivo, ya que los precios del carbono probablemente son incapaces "de desarrollar la velocidad de fuga requerida para hacerse con la inversión en la innovación tecnológica dentro de la órbita, a tiempo," en particular en ausencia de un "aumento significativo de la investigación y desarrollo públicamente financiado para tecnologías de energía limpia y cambios en la política de innovación." 203 En contextos en los cuales los retornos crecientes son significativos, dejando la investigación y el desarrollo de tecnologías críticas en gran parte a firmas privadas incentivadas por el precio no puede garantizar, en palabras del economista W. Brian Arthur, que "la tecnología más apta, a la larga, sea la única que sobreviva." 204 Shell Internacional, por ejemplo, cita consideraciones económicas para justificar su decisión de mudarse de la energía solar y eólica a los agrofueles, y a la captura y secuestro de carbono 205 - es decir de tecnologías con tasas relativamente altas en términos de sus impactos y potenciales a largo plazo para suplantar los combustibles fósiles a tecnologías nominales con tasas mucho más bajas. 206

Desde un punto de vista según el cual no es sólo una cuestión técnica, sino que un más amplio cambio estructural social es crucial para salir fuera de los combustibles fósiles, este "imperialismo de los precios" es fatal. Como Tariq Banuri y Hans Opschoor notan, si bien los precios pueden ser:

"bastante eficaces para introducir cambios sobre el margen... hay pocas pruebas de que los incentivos de los precios induzcan a una transformación fundamental en la economía o en la sociedad."207

¿"Si los impactos de los precios del petróleo de los años 1970 no nos destetaron del petróleo, por qué deberíamos creer que un alto precio del carbono nos destetará del carbono?" pregunta Jim Watson del Grupo de Estudio de Energía en la Universidad de Sussex.208 En realidad, los desplazamientos de sistemas dependientes del camino, como observan los expertos en clima Gwyn Prins y Steve Rayner, "por lo general es iniciado por factores bastante inesperados resistentes a ser contabilizados a priori".209 El cambio estructural, o aún solamente el desarrollo de nuevas tecnologías principales, requieren sobre todo de inversión pública, planificación pública y regulación.

La contestación de que los precios podrían volverse incentivos para cambios graduales si fueran altos y más predecibles ignora dos realidades. La primera es que los precios no pueden ser predichos sobre los horizontes relevantes de la inversión. La segunda es que no hay ninguna prueba para la suposición de que un rango ideal "de Ricitos de Oro" de precios de carbono pueda encontrarse que sean lo bastante altos para seleccionar "la necesaria y fundamental revisión y reparación de los sistemas de energía"210 en ausencia de programas dedicados de inversión pública, redireccionamiento de investigación, desarrollo y similares, aún no son tan altos que dañen irreparablemente las ganancias de las corporaciones cruciales, para las cuales el sistema está diseñado y acomodado. Siempre que los precios amenacen con elevarse a un nivel que amenacen el sistema tecnológico establecido, los sistemas de comercio de emisiones son alterados o abandonados.

En California, por ejemplo, el precio de los permisos para emitir partículas de materia se acerca a medio millón de dólares por kilogramo - un precio bastante alto, parecería, que constituye un serio incentivo de limpieza para los generadores de electricidad dependientes de los combustibles fósiles. Pero debido a que la generación de electricidad todavía está "encerrada en" unas tecnologías que emiten partículas, las corporaciones individuales y sus benefactores estatales simplemente buscan caminos alrededor del mercado. De ahí el propósito de crear "una reserva" de permisos valorados en unos cientos de millones de dólares para distribuir gratuitamente a las ofendidas corporaciones211 - en efecto, invalidando las razones enteras del sistema de comercio.

La Waxman-Markey Act212 que pasó a la Cámara de Representantes de los EU en junio de 2009 también fue anunciada como basada en la idea de que los precios del carbono incentivaban un cambio estructural, pero al mismo tiempo estaba engrasada con provisiones que aseguraran que ellos no se elevarían lo bastante alto como para constituir una amenaza a la dependencia del combustible fósil. Asimismo bajo el Esquema de Comercio de Emisiones de la Unión Europea (EU ETS), la penalización para la emisión de una fábrica que supere su permisos de carbono es solamente de 100 euros (US$150) (antes estaba en sólo 40 euros), lejos de lo que incentivaría ni siquiera los principios de un cambios lejos de los combustibles fósiles, mucho menos de una cambio estructural del consumo de energía.

Incentivos Incorrectos, Resultados Incorrectos

El registro de la Unión Europea ETS (Emission Trading System) revela todavía más "blowbacks" asociados con la sobre-confianza en los incentivos de precios. En la primera fase del esquema, se concedieron a los emisores de gas invernadero industriales más grandes de Europa más derechos de emisión de gases invernaderos de los que necesitaban para cubrir sus emisiones actuales. El resultado fue el primer GRAN "crash" de precios del mercado del carbono en abril de 2007.

Participando en alguna parte de este bochorno fueron medidos y verificados fallos implicados, entre otras cosas, falsificaciones de historias de emisiones corporativas. Tal supervisión y limitaciones de ejecución probablemente siguen. El cap and trade exige un aparato estatal mucho más sensible, centralizado y poderoso para la medida y el reforzamiento del que es necesario en la regulación convencional. Decenas de miles de fuentes de emisiones tienen que ser supervisadas, y los márgenes de error requeridos para mantener un mercado en equilibrio son mucho más rigurosos que los márgenes de error requeridos para comprobar si un programa regulador o de inversión está sobre la pista. 213 Incluso en la mayoría de los países industrializados, las medidas de emisiones para sostener el comercio, o incluso detectar el cumplimiento de los objetivos de Kyoto, no están siendo hechas, dando lugar a la existencia de mercancías de emisiones de carbono más ficticias aún de lo que lo eran en sus propios términos. Además, como el experto en cambio climático Steve Rayner advierte, "los sistemas de supervisión y contabilidad subdesarrollados" en los que el cap and trade confía "inevitablemente permiten muchos espacios en blanco para que especuladores sin escrúpulos trabajen el sistema, amontonando fortunas sin aportar nada a la atmósfera. " 214

Tal como significa este primer crash, sin embargo, fue la búsqueda de un ambiente económico favorable, que es endémica a los mercados del carbono, y les da la vulnerabilidad especial a la regulación. Las corporaciones, conscientes de que las subvenciones de permisos de carbono que están siendo asignadas son un activo lucrativo (el Protocolo Kyoto, la Unión Europea ETS, y todos los otros sistemas cap and trade incluyendo las disposiciones Waxman-Markey, son disposiciones abrumadoramente "los contaminadores ganan": la mayor parte de los derechos de contaminación simplemente son repartidos gratuitamente a los emisores más grandes) simplemente presionan a los gobiernos para conseguir tantos como ellos puedan conseguir, sacando provecho de unas exigencias de verificación de emisiones inadecuadas.

Bajo el Esquema de Comercio de Emisiones de la Unión Europea, procedimientos aceptados de contabilidad, significan que los generadores de electricidad como RWE, CEZ y Scottish Power eran capaces de pasar a los consumidores el nominal "coste de oportunidad" reteniendo su activos de carbono gratis del mercado. Se estima que en cinco países europeos, ganancias caídas del cielo para los generadores de electricidad del cap and trade alcanzarán 112 mil millones de US$ en 2012.215 La mayor parte de este dinero gratis está siendo usado para sembrar inversiones de combustible fósil a largo plazo, encerrándose más en el calentamiento global. Las tentativas de los grupos ambientales de reducir el daño hecho por el Esquema de Comercio de Emisiones de la Unión Europea, insistiendo en el subastado de permisos, o al menos en poner límites más estrictos al regalo de derechos de contaminación excesivos a los peores delincuentes del efecto invernadero de Europa, no han demostrado ningún éxito para los grupos de presión industriales, 216 quien no han vacilado en desplegar pleitos y presión diplomática para resistirse a los intentos oficiales de apretar los cupos (caps).

A la limitada extensión que los cupos nominalmente están siendo apretados, además, están siendo perforados "agujeros" en ellos para admitir una inundación de créditos de carbono de fuera de la Unión Europea (un efecto del proceso de formación gradual de la mercancía es que los créditos "compensados" se hacen mixtos con concesiones de emisiones), en efecto aflojando la regulación de emisiones.

La crisis financiera actual, además, otra vez ha dejado a muchas corporaciones con un exceso de activos de contaminación gratis, ya que las asignaciones fueron decididas a la vez que las predicciones económicas de color de rosa. Irónicamente algunas de estas ahora están siendo vendidas para mantener firmas dependientes de combustibles fósiles a flote. Con precios que se caen con las emisiones, el “cap and trade” trabaja contra la posibilidad de bloquear cambios en los usos de la energía causados por la recesión.

Como el esquema de emisiones de la Unión Europea se amplía para cubrir nuevos gases y sectores en futuras fases, las industrias que usan intensivamente los fósiles probablemente se les proporcionen todavía más cláusulas de fuga, y la desconexión entre los precios del carbono y la acción sobre el clima probablemente se ensanche con el crecimiento en el comercio de productos derivados a diferencia de los simples intercambios de concesiones entre firmas de contaminación. Según los analistas del mercado de materias primas del Deutsche Bank, cualquier déficit mínimo en los permisos de carbono que podrían aparecer hasta 2020 puede ser encontrado vía la existencia de instalaciones alimentadas por fósiles; incluso si cambian las circunstancias, lo más que podría ocurrir sería que alguna nueva planta de gas sea construida delante de una planta de carbón.217La energía renovable no gana ningunas ventajas del esquema de emisiones de la Unión Europea; una utilidad que realmente resulta haber emprendido un (sumamente insólito) programa a largo plazo de desinversión en la generación de combustibles fósiles explícitamente declara que este esquema de la Unión Europea no ha afectado a su decisión.218 Consideraciones geopolíticas probablemente demuestran una razón adicional para sostener la capacidad carbonífera de Europa Occidental, los miedos sobre el predominio ruso de los mercados del gas. Según la investigación de Citigroup, los ganadores principales del esquema de emisiones de la Unión Europea han sido, los fondos de cobertura y los comerciantes de energía; los generadores de carbón y nucleares; y todas las empresas basadas en la generación, teniendo a los consumidores como los perdedores más grandes. Las ganancias han aumentado, pero ningún objetivo político ha sido alcanzado. 219

En realidad, lejos de complementar la inversión, la planificación y la regulación pública requerida para el cambio estructural, los sistemas “cap and trade” tienden a trabajar en contra y a drenar los recursos hacia ellos. Por ejemplo, el gobierno británico admite que debido a que los productores de energía a gran escala "están cubiertos por el Esquema de Comercio de Emisiones de la Unión Europea" la estrategia oficial de las renovables no tienen ningunas provisiones para poner la producción de energía a gran escala sobre un camino tecnológico diferente.220 Un documento filtrado sugiere, además, que una razón por la que el gobierno británico está poco dispuesto a perseguir objetivos de energías renovables es que ellos amenazarían los precios del carbono de la Unión Europea ETS, y por tanto, la supervivencia del crecimiento de la industria comercial del carbono del distrito financiero de Londres.221 La Comisión Europea, por su parte, desaconseja a los estados miembros hacer inversiones en reducciones de emisiones que superen el 0,5 por ciento del producto nacional bruto.222

Abstrayendo del Lugar

Además de la abstracción de la pregunta de cómo las reducciones son hechas, el “cap and trade” también está diseñado para abstraer de la pregunta de dónde se producen. La conmensuración del lugar es construida dentro de su diseño; la redistribución de la contaminación alrededor del paisaje para "maximizar la rentabilidad" es parte de su estructura. Al igual que con la identificación del comercio del carbono de soluciones climáticas con reducciones de emisiones, esta conmensuración es típicamente justificada mediante la química: "el carbono es el carbono, en cualquier parte donde este entre en la atmósfera".

La experiencia estadounidense con anteriores esquemas de comercio de contaminación otra vez revela uno de los "costos" de esta "efectividad de costos": ya que las industrias más firmemente cerradas en la explotación del combustible fósil o su empleo, y que más probablemente serían las compradores de los permisos de carbono, tienden desproporcionadamente a afectar a las comunidades más pobres y desheredadas, el “cap and trade” refuerza el racismo ambiental y otras formas de discriminación. 223 Las comunidades con menos ingresos son más probables que otras para servir de anfitriones a las industrias "A" de la Figura 1. Aunque las emisiones de dióxido de azufre nacionales de las centrales eléctricas disminuyeran en un 10 por ciento de 1995 hasta 2003 con el comercio de dióxido de azufre estadounidense, más de la mitad de las centrales eléctricas más sucias de los EU aumentaron sus emisiones anuales de hollín, SO2, durante el período. Por consiguiente, "las comunidades que viven a la sombra y al sotavento de estas centrales eléctricas contaminantes están actualmente respirando un aire más sucio." 224 La insensibilidad inherente del “cap and trade” a los diferentes efectos ecológicos que la contaminación puede tener en diferentes biomas crean problemas adicionales ambientales y sociales.

Números por el Bien del Mercado

El “cap and tarde” también separa la política del clima del problema del calentamiento global impidiéndole tomar en cuenta de forma apropiada las incertidumbres e indeterminaciones climatológicas. La suma de los derechos de contaminación de gas invernadero fungibles que los gobiernos crean y distribuyen como la base para un mercado de carbono está implicada para acercarse, en principio, si no en la práctica, a un, económicamente óptimo, y "climáticamente seguro", nivel de contaminación de gas invernadero total. Esto presupone una capacidad de estimar cuanto espacio existe en el sistema entrelazado de la superficie de los océanos, las rocas superficiales, suelos, vegetación, y el aire en el cual el carbono de origen fósil subterráneo "seguramente" podría ser vertido. 225

Esta estimación, sin embargo, depende tanto del tipo de mundo que se considere tolerable como de que respuesta probable física será la de aquel sistema de superficie para una cantidad creciente de carbono fósil con el cual este tiene que adaptarse. Ninguna respuesta apolítica puede ser encontrada a la primera pregunta, y ninguna respuesta probable puede ser encontrada a la segunda debido a las muchas incógnitas, indeterminaciones, no linealidades, incognoscibilidades y realimentaciones del sistema climático. 226 Por ejemplo, los debates actuales discuten sobre sí y cómo mantener las subidas de temperaturas dentro de 2 grados centígrado (o 4 grados centígrados, o cualquier otro rango particular) son complicados por las ineludibles diferencias en el conocimiento sobre las condiciones que causarían una subida de 2 o 4 grados como sobre los efectos sobre la civilización humana de tal subida, así como discusiones políticas sobre si tales efectos serían aceptables o no.

La climatología y la política, igualmente por lo tanto, militan en contra de que el clima sea una mercancía especificable o cuantificable, mucho menos divisible en elementos negociables que se vuelven objetos que buscan alquiler. Sin embargo, la presión para crear un mercado, combinado con los hábitos inculcados del pensamiento lineal, han causado la continuación de los esfuerzos quantistas para medir lo que sería una concentración "segura" de dióxido de carbono en la atmósfera, así como para conducir el análisis costo-beneficio (CBAs) que conmensura los daños para el clima con beneficios pérdidas económicas y con acciones climáticas. Esta presión es sentida no sólo por políticos, si no también por los científicos del clima mismos. 227

Como el economista de Harvard Martin Weitzman recientemente ha escrito en un reproche al antiguo economista del Banco Mundial Nicholas Stern, "es comprensible… querer que las condiciones del cambio climático sean restringidas para tratar sólo con daños y perjuicios modestos desatendiendo argumentos de pesadilla (por ser 'demasiado especulativos' o 'no basados en ciencia difíciles')." Pero las consecuencias, Weitzman advierte, incluyen una concepción peligrosamente degradada del problema del clima en sí mismo. En una crítica del proceso de conmensuración inherente en multiecuación de los Modelos de Evaluación Automatizados Integrados (IAMs), que agregan el crecimiento económico con simples dinámicas del clima para analizar los impactos económicos del calentamiento global, él sugiere que:

“el economista del cambio climático puede ayudar más no presentando una estimación de coste-beneficio para lo que es intrínsecamente una situación fat-tailed con una potencialmente ilimitada desventaja expuesta como si fuera exacta y objetiva - y quizás aún más, no presentando el análisis como si este fuera una aproximación a algo que fuera exacto y objetivo- sino más bien acentuando más abiertamente el hecho de que tal estimación, evidentemente, podría ser arbitrariamente inexacta dependiendo de lo que subjetivamente se asuma sobre la función de daños y perjuicios de las altas temperaturas, con suposiciones sobre la extensión de las colas y/o donde ellas hayan sido cortadas. Incluso solamente reconociendo más abiertamente la increíble magnitud de las incertidumbres estructurales y profundas que están implicadas en el análisis del cambio climático - y explicando mejor a los políticos que la artificial consistencia transmitida por el análisis convencional de coste-beneficio basado en multiecuaciones informáticas aquí está especial y excepcionalmente engañando, comparado con situaciones análisis de coste-beneficio habituales que no implican "el cambio climático"- podría llevar a un camino a elevar del nivel del discurso público concerniente a que hacer con el calentamiento global. Todos esto es naturalmente poco satisfactorio y no lo que los economistas están acostumbrados a hacer, pero ... que podemos engañarnos a nosotros mismo y a otros con el hormigón inapropiado si pensamos que somos capaces de entregar algo mucho más exacto que esto aunque sea con los más grandes y detallados análisis informáticos IAMs del cambio climático, como actualmente son construidos y desplegados." 228

Los paralelismos con los nuevos mercados de la incertidumbre son claros: tales palabras podrían haber salido de la boca de los comerciantes críticos de la ecuación Black-Scholes, de preciación de opciones, o de otras manifestaciones del quantismo de Wall Street. El proyecto de encontrar "un modo rentable de dirigir el calentamiento global" a través del comercio del carbono se hace incoherente en la medida en que la creación del marco de mercado necesario para que tenga sentido la noción de rentabilidad, implica perder el contacto con aquello de lo que supuestamente se está encontrando el precio.

Unos políticos confundidos

Desconectando la política del clima, y minando el entendimiento científico del calentamiento global, el “cap and trade” también da lugar a problemas de distribución que podrían deflagrar en un conflicto político destructivo internacional. Esto es debido a la privatización, la apropiación, "o acumulación primitiva" de la capacidad de la tierra de reciclar el carbono, que es una condición previa para el comercio del carbono.

Independientemente de como esta capacidad sea estimada o evaluada, el Norte industrial, a través del Esquema de Comercio de Emisiones de la Unión Europea, ya ha reclamado más de su parte de lo que era antes un bien global sin reclamar. Si fuera estipulado, conforme al pensamiento científico actual, estas sociedades humanas tienen que cortar su uso de esta capacidad en un 80 por ciento dentro de unas décadas, así que "el tamaño" nominal de la capacidad es del 20 por ciento de la que actualmente es usada, entonces se sigue que Europa, en la primera fase del Esquema de Comercio de Emisiones de la Unión Europea, se ha apropiado aproximadamente el 34 por ciento del vertedero mundial de carbono, lejos de la proporción relativa a la población de Europa. Asumiendo un precio muy bajo de carbono, esto se traduce en la creación unilateral y la adquisición de activos que merecen muchos miles de millones de dólares cada año.229 Como se hizo notar anteriormente, la mayor parte de esta riqueza ya ha entrado en los bolsillos de los grandes generadores de electricidad en los países del Norte industrializado.



Notablemente, tales tendencias estructurales hacia los intereses a corto plazo de la industria pesada que contamina y los más ricos, con frecuencia, son citadas por los gobiernos, economistas, ecologistas y comentaristas como las virtudes políticas del “cap and trade”230 Sin comercio, se sugiere, las corporaciones más contaminantes “forzarían” a gobiernos a no imponer ningún cupo en absoluto. Con el comercio, se argumenta, las corporaciones más dependientes de los combustibles fósiles estarán motivadas para suspender sus perros de cabildeo, poniendo algún cupo posible, incluso si el componente comercial del “cap and trade” desalienta pasos inmediatos hacia una transición a largo plazo lejos de los combustibles fósiles. Además, se advierte, que transformar el Protocolo Kyoto en un tratado comercial que establece un nuevo mercado fue necesario para conseguir que EU firmara el Protocolo inicial en 1997 - aun cuando esto, más tarde, sacara de un acuerdo que no fue, además, trabajado de una manera que tratara del calentamiento global en primer lugar.

La omnipresencia de tales argumentos a favor del soborno en Norteamérica y Europa sugiere el grado extraordinario al cual la tendencia a los combustibles fósiles y a una imaginación política mercantilizada han sido "naturalizadas" en el debate del cambio climático, en las sociedades industrializadas.

Compensaciones


Las compensaciones de carbono constituyen un desarrollo posterior de la mercancía climática, reforzando "el efecto bumerán" climático, político y social del “cap and trade” añadiendo nuevos, desconectando los mercados del carbono todavía más del problema del clima y almacenando problemas de valoración del mercado en el futuro. En el mercado de Kyoto, las compensaciones fueron inventadas, en parte, como un compromiso entre, por un lado, el deseo de las industrias y estados ricos de una fuente adicional de derechos de contaminación que les permitiera ganar tiempo antes de reducir sus propias emisiones y, por el otro, el deseo de los negociadores estatales del Sur de conseguir alguna ventaja financiera del régimen climático internacional. Fuera del marco de Kyoto, ellas sirven para una mezcla de objetivos, incluyendo el cumplimiento con las leyes de emisiones, las relaciones públicas, como instrumento educativo y como indulgencia de nuestros días. 231

Como el “cap and trade” y el comercio de derivados financieros, el comercio de compensaciones confía en la creación de nuevas equivalencias (la Figura 3). En este caso la equivalencia principal está entre reducciones de emisiones y proyectos que supuestamente "ahorran carbón". En vez de cortar su contaminación de gases invernadero (la parte superior), las industrias, naciones o individuos financian una mezcla, un ingenioso rango de esquemas en otra parte (el la parte inferior) que son más baratos de poner en práctica. Los ejemplos incluyen esquemas de secuestro de carbono como plantaciones o proyectos de fertilización del océano, así como presas, granjas eólicas, interruptores de combustible, esquemas de eficiciencia, programas de reprocesamiento de cenizas volantes o de ceniza de carbón y otros proyectos de los que se pueda argumentar que causan menos gas invernadero liberado a la atmósfera que de otra manera sería el caso.

Como con los derivados financieros, estas nuevas equivalencias dan lugar a mercancías que, entonces, pueden ser usadas en la especulación. Por ejemplo, como las mercancías que son "las mismas y no las mismas", las compensaciones del Protocolo de Kyoto, conocidas como las Reducciones de Emisiones Certificadas (CERs) a menudo son cambiadas o arbitradas con los derechos de contaminación de gas invernadero concedidos por los gobiernos europeos a corporaciones (EUAs o Concesiones de la Unión Europea). A pesar del reciente bajón económico y de los precios bajos del carbono, el volumen del mercado de comercio de carbono ha seguido elevándose con la conformidad de los compradores con la mirada puesta en beneficiarse de los bajos precios de los permisos, los acumuladores de permisos observan para ganar dinero de los precios crecientes, y los fondos de cobertura miran para ganar dinero de la volatilidad del precio de los permisos. Las nuevas equivalencias creadas por el mercado de compensaciones de carbono también tienen su lugar en un contexto mucho más amplio de intercambios - la Figura 4 da un bosquejo de algunas interacciones – que están más allá del alcance de este escrito.

Al igual que el “cap and trade” mercantiliza la capacidad cíclica del carbono de la tierra antes de empaquetarla para las industrias contaminadores en los países industrializados, tantas compensaciones tienden a mercantilizar la tierra, el agua, el aire, los genes y el futuro de las comunidades de nuevas maneras, en orden a "ampliar" aquella capacidad global para permitir más empleo de combustibles fósiles. Aunque muchas compensaciones sean construidas en países industrializados incluyendo a EU, la mayor parte de los sitios para esta nueva forma de mercantilización, dentro del mercado Kyoto, están en el Sur global, en particular países como China, India, Corea y Brasil. Esto quiere decir que el carbono que se comercia bajo Kyoto afecta a los -países menos industrializados no sólo indirectamente, por cualquier efecto de adelantamiento que el “cap and trade” tiene sobre el cambio de clima, sino también directamente, animando el desarrollo de proyectos "de compensación" diseñados para licenciar emisiones continuadas por países industrializados.



Notas:

186. Tim Flannery, “Monstrous Carbuncle”,London Review of Books, Vol. 27, No. 1,2005.
187. Gregory C. Unruh, “Understanding Carbon Lock-In”, Energy Policy, Vol. 28, 2000,
p.817.
188. See, for example, Leo Panitch and Colin Leys, Coming to Terms with Nature, Socialist Register, 2007.
189. W. Brian Arthur, Increasing Returns and Path Dependence in the Economy, University of Michigan Press, 1994.
190. Steffen Kalbekken and Nathan Rive, “Why Delaying Climate Action is a Gamble”,
Centre for International Climate and Environmental Research, 2005, http://www.stabilisation2005.com/30_Steffen_Kallbekken.pdf.
191. Larry Lohmann (ed), Carbon Trading: A Critical Conversation on Climate Change,
Privatisation and Power, Dag Hammarskjold Foundation, 2006, pp.101- 121, http://www.thecornerhouse.org.uk/pdf/document/carbonDDlow.pdf.
192. Quoted in Mike Scott, “Market Meltdown? Carbon Trading is just Warming up”, Independent on Sunday Business, 27 July 2008, p.4.
193. Larry Lohmann (ed), Carbon Trading: A Critical Conversation on Climate Change,
Privatisation and Power, Dag Hammarskjold Foundation, 2006, pp.114, http://www.thecornerhouse.org.uk/pdf/document/carbonDDlow.pdf.
194. Brett M. Frischmann and Mark A. Lemley, “Spillovers”, Columbia Law Review Vol.
107, 2006, p.257.
195. David M. Driesen, “Sustainable Development and Market Liberalism’s Shotgun
Wedding: Emissions Trading under the Kyoto Protocol”, Indiana Law Journal, Vol. 83, No. 1, 2008, pp.21-69, p.56 and “Linkage and Multilevel Governance”, Duke Journal of Comparative and International Law Vol. 19, No. 3, 2009, pp.389-411, p.408. See also David A. Malueg, “Emissions Credit Trading and the Incentive to Adopt New Pollution Abatement Technology”, Journal of Environmental Economics and Management, Vol. 16,
1989, p.52.
196. Laurie Williams and Allan Zabel, “Climate Change Legislation – Urgent Plea for
Enactment of Carbon Fees and Ban on New Coal-Fired Power Plants without Carbon
Sequestration”, open letter, 4 May 2008, http://www.carbonfees.org/home/.
197. Margaret R. Taylor, Edward L. Rubin and David A. Hounshell., “Regulation as the
Mother of Invention: The Case of SO2 Control”, Law and Policy, Vol. 27, 2005,
pp.348–78.
198. Curtis A. Moore, “Marketing Failure: The Experience with Air Pollution Trading in the United States”, Health and Clean Air, 2003, http://www.healthandcleanair.org/
emissions/marketing_failure.pdf, p.24.
199. Richard A. Liroff , Reforming Air Pollution Regulation: The Toil and Trouble of
EPA’s Bubble, Conservation Foundation, 1986, p.100.
200. Curtis A. Moore, “Marketing Failure: The Experience with Air Pollution Trading in the United States”, Health and Clean Air, 2003, http://www.healthandcleanair.org/
emissions/marketing_failure.pdf or www.acidrain.org/AN2-04.htm, pp.7-8. In the EU’s 27 countries, sulphur dioxide emissions declined 72 per cent between 1990 and 2007 as a result of conventional regulation and technology standards, whereas in the US, the Acid Rain Program, with its cap and trade system, was able to achieve only a 43 per cent reduction. See US Environmental Protection Agency, “Clean Air Markets”, 2009, http://www.epa.gov/airmarkets/progress/interactivemapping.html
201. David M. Driesen, “Sustainable Development and Market Liberalism’s Shotgun
Wedding: Emissions Trading under the Kyoto Protocol”, Indiana Law Journal,
Vol. 83, No. 1, 2008, p.62.
202. Ibid., pp.56-58. Short-term cost-effectiveness has been increasingly at a premium in the post-1970s era of financialisation and “shareholder value”; compare, for example, the account of the large US corporation in John Kenneth Galbraith, The New Industrial Estate, Penguin, 1968, with that of Thomas O’Boyle, At Any Cost: Jack Welch, General Electric and the Pursuit of Profit, Vintage, 1998.
203. Gwyn Prins and Steve Rayner, “Time to Ditch Kyoto”, Nature, Vol. 449, pp.973–
975, p.974. See also http://www.wired.com/politics/law/magazine/16-10/sl_rayner. See also Jeffrey Sachs, “Technological Keys to Climate Protection”, Scientific American, March 2008; “Still Needed: A Climate Plan”, Scientific American, July 2009.
204. W. Brian Arthur, Increasing Returns and Path Dependence in the Economy, University of Michigan Press, 1994, p.27. It is a historical irony that just as carbon trading was beginning to establish itself as a theoretical approach, Arthur and other economists were assembling a body of theory that contested the assumption that historical accidents and starting points were unimportant to economic outcomes, merely delivering the economy, through a series of negative feedbacks, to its inevitable equilibrium (p.11). Starting points, positive feedbacks and multiple equilibria, Arthur argued, were not marginal or negligible economic phenomena, but often central. Nowhere is this more so than in responses to climate change, where “locking in” new social and technological patterns is widely agreed to be crucial to overcoming a previously “locked-in” fossil fuel dependence.
205. John Donovan, “Shell Dumps Wind, Solar and Hydro Power in Favour of Biofuels”,
The Guardian, 19 March 2009.
206. Mark Z. Jacobson, “Review of Solutions to Global Warming, Air Pollution, and
Energy Security”, Energy and Environmental Science, Vol. 2, 2009, pp.148 – 173.
207. Tariq Banuri and Hans Opschoor, “Climate Change and Sustainable Development”,
United Nations Department of Economic and Social Affairs Working Paper No. 56, ST/ESA/2007/DWP/56, October, New York: United Nations, p.22.
208. J. Lovell, “Carbon Price is Poor Weapon against Climate Change”, Reuters, 24 September 2007. See also Nicholas Stern, The Economics of Climate Change: The Stern
Review, Cambridge University Press, 2007. For a less conventional perspective, see
Daniel Buck, “The Ecological Question: Can Capitalism Prevail?” in Leo Panitch and
Colin Leys, Coming to Terms with Nature, Socialist Register, 2007, pp.60-71.
Gwyn Prins and Steve Rayner, “Time to
Ditch Kyoto”, Nature, Vol. 449, pp.973–
975, p.974.
210. Jeffrey Sachs, “Technological Keys to Climate Protection”, Scientific American,
March 2008.
211. I am grateful to Jane Williams of California Communities against Toxics for this information.
212: The American Clean Energy and Security Act is known after its authors, Representatives Henry Waxman of California and Edward Markey of Massachusetts.
213. Larry Lohmann (ed), Carbon Trading: A Critical Conversation on Climate Change,
Privatisation and Power, Dag Hammarskjold Foundation, 2006, pp. 94-101, 187-190, http://www.thecornerhouse.org.uk/pdf/document/carbonDDlow.pdf; Ruth Greenspan Bell, “Market Failure”, Environmental Forum, March/April 2006, pp. 28–33, http://www.weathervane.rff .org/ p.28.
214. “Steve Rayner: Take Climate Change Seriously”, Wired, 16 October 2008, http://
www.wired.com/politics/law/magazine/16-10/sl_rayner.
215. “Polluting EU Power Firms to Reap Billions of Euros in Windfall Profits: WWF”,
Point Carbon, 7 April 2008.
216. See, for example, Axel Michaelowa and Sonja Butzengeiger, “EU Emissions Trading:
Navigating between Scylla and Charybdis”, Climate Policy, Vol. 5, 2005, pp.3-5; Michael Grubb, Michael Azar, Christian Persoon and U. Martin, “Allowance Allocation in the European Emissions Trading Scheme: A Commentary”, Climate Policy, Vol. 5, 2005, pp.132-33.
217. Deutsche Bank, “The Long and Short of it: Power Sector Key to EUA & CER Prices”, Carbon Emissions Commodities Report, London, 5 May 2009.
218. Paul Conlon, ESB International, presentation at Environmental Finance conference, London, October 2008.
219. Daphne Wysham, “Carbon Market Fundamentalism”, Multinational Monitor, Vol
29, No. 3, November/December 2008.
220. United Kingdom Department for Business, Enterprise and Regulatory Reform, UK Renewable Energy Strategy: Consultation Document 2008. Executive Summary, UK
Stationery Office, 2008, pp.20-1.
221. “Leaked Note Reveals UK’s Renewables Angst”, Environmental Data Service Europe
Daily 2373, 15 August 2007.
222. European Commission, Proposal for a Directive of the European Parliament and of
the Countil amending Directive 2003/87/EC to as to Improve and Extend the Greenhouse
Gas Emission Allowance Trading System of the Community, Brussels COM 2008, 16 provisional, 23 January 2008.
223. Richard Toshiyuki Drury, Michael E Belliveau, J. Scott Kuhn and Shirpa Bansal,
“Pollution Trading and Environmental Injustice: Los Angeles’ Failed Experiment in
Air Quality Policy”, Duke Environmental Law and Policy Forum, Vol. 45, 1999,
http://www.law.duke.edu/shell/cite.pl?9+Duke+Envtl.+L.+&+Pol%27y+F.+231.
224. United States Public Interest Research Group, Pollution on the Rise: Local Trends in Power Plant Pollution, US PIRG, 2005.
225. Fossil carbon transferred above ground cannot be locked away safely underground
in the form of new deposits of coal, oil or gas, or in the form of carbonate rock, for millions of years. For human purposes, therefore, any mining of fossil fuels constitutes a permanent transfer of carbon from a below-ground geological system to an above-ground system in which biotic, physical, chemical, atmospheric and surface-
geological processes interact.
226. In an unstable climate system, for instance, runaway feedback effects triggered by obscure factors such as the reduced capacity of warming oceans to absorb carbon dioxide are capable of radically altering even such symbols of unchangeability as the Indian monsoons. In the past, climate change has often been characterised by deterministic but unpredictable (or “chaotic”) events and processes of extreme impact. As with similar events in the financial markets, these render problematic reliance on probabilistic bell curves and conventional “risk management”, which assume that individual variation averages out and no single event is capable of changing overall trends. The quantist imperative of carbon credit accounting (driven by, among other things, policy and economic theory) is to enlist scientists
in helping to reduce these “monsters” to (or frame them as) probabilities. Demand
is strong for tidy clusters of “likeliest scenarios” to feed into economic or political models, complete with “probabilities” of, say, a 2 or 5 degree C temperature rise by 2100. This is necessary for credit accounting involving future biotic sequestration (Larry Lohmann, “Marketing and Making Carbon Dumps: Commodification, Calculation and Counterfactuals in Climate Change Mitigation”, Science as Culture, Vol. 14, No. 3, 2005, pp.203-235), but also for accounting for carbon outcomes more generally, and for cost–benefit analysis of action on climate change.
227. Larry Lohmann, “Toward a Different Debate in Environmental Accounting: The
Cases of Carbon and Cost-Benefit”, Accounting, Organisations and Society Vol.
34, Issues 3-4, April/May 2009, pp.499–534; Stephen H. Schneider, “What is ‘Dangerous’ Climate Change?”, Nature, vol. 411, 2001), pp.17–19; A. Grubler and N.
Nakicenovic, “Identifying Dangers in an Uncertain Climate”, Nature, Vol. 412,
2001, p.15R;J. Lempert and M. E. Schlesinger, “Climate-Change Strategy
Needs to be Robust”, Nature, Vol. 412, 2001, p. 375; Daniel Sarewitz, Frontiers
of Illusion: Science, Technology and the Politics of Progress, Temple University
Press, 1996. The crash-fuelling tension in the financial markets between the imperatives of commodity calculation and the “safety-first” need for a robust, reslient system capable of accommodating unknowables of potential large impact is paralleled at all levels of the carbon markets. When faced with uncertainties and ignorance, for instance, carbon accountants tend to hedge their calculations toward the “conservative” side by adding a more or less arbitrary margin of, say, 25 per
cent, or by looking for commensurable “hedges”. Because events and processes of extreme impact, however unexpected, could overwhelm almost any margin or “hedge”
likely to be added, many small farmers and indigenous peoples, on the other hand, especially in the global South, tend where possible to value resilience and “safety first” practices over probabilistic calculations of gain and loss or arbitrary, numerical “safety margins” as ways of handling unknowns. See, for example, James C. Scott, The Moral Economy of the Peasant, Yale University Press, 1976;E. P. Thompson, Customs in Common: Studies in Traditional Popular Culture, New Press, 1990; John Berger, Pig Earth, Pantheon, 1979;cf. Samuel Popkin, The Rational Peasant, University
of California Press, 1979.
228. Martin L. Weitzman, “On Modeling and Interpreting the Economics of Catastrophic
Climate Change”, The Review of Economics and Statistics, vol. 91, no. 1, 2009, pp.1-19, http://www.economics.harvard.edu/faculty/weitzman/files/REStatFINAL.pdf.
“Standard approaches to modeling the economics of climate change (even those that
purport to treat risk by Monte Carlo simulations) very likely fail to account adequately for the implications of large impacts with small probabilities. From inductive experience alone, one cannot acquire sufficiently accurate information about the probabilities of extreme tail disasters to prevent the expected marginal utility of an extra unit of consumption from becoming infinite for any utility function with relative risk aversion everywhere bounded above zero. . . It is difficult to imagine what [temperature rises of 10 or 20 C] might mean for life on earth, but such high temperatures have not been seen for hundreds of millions of years and such a rate of change over a few centuries would be unprecedented even on a time scale of billions of years. Global average warming of 10 C- 20 C masks tremendous local and seasonal variation, which can be expected to produce temperature increases much greater than this at particular times in particular places. Because these hypothetical temperature changes would be geologically instantaneous, they would effectively destroy planet Earth as we know it. At a minimum such temperatures would trigger mass species extinctions and biosphere ecosystem disintegration matching or exceeding the immense planetary die-offs associated in Earth’s history with a handful of previous geo-environmentalmega-catastrophes. There exist some truly terrifying consequences of mean temperature increases of 10 C – 20 C, such as: disintegration of the Greenland and at least the Western part of the Antarctic ice sheets with dramatic raising of sea level by perhaps 30 meters or so, critically-important changes in ocean heat transport systems
associated with thermohaline circulations, complete disruption of weather, moisture
and precipitation patterns at every planetary scale, highly consequential geographic
changes in freshwater availability, regional desertification – and so forth and so on …the more speculative and fuzzy are the tiny tail probabilities of extreme events, the less ignorable and the more serious is the impact on present discounted expected utility for a risk-averse agent.”
229. Larry Lohmann, “Marketing and Making Carbon Dumps: Commodification, Calculation
and Counterfactuals in Climate Change Mitigation”, Science as Culture, Vol. 14, No. 3, 2005, p.207.
230. See, for example, Robert Hahn and Robert Stavins, “Trading in Greenhouse Permits: A Critical Examination of Design and Implementation Issues”, in H. Lee (ed),
Shaping National Responses to Climate Change, Island Press, 1995, p.203.
231. Kevin Smith, The Carbon Neutral Myth: Offset Indulgences for your Climate Sins,
Carbon Trade Watch, 2007.

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